lunes, 5 de julio de 2010

Cal

El agua que sale de los panteones cuando llueve, es agua de muerto. Tiene restos de cadaver, de flor y de rezos. Tiene aún la sal de las lágrimas, el sonido de una canción, tiene pedacitos de secretos que se llevaron a la tumba. 

El agua que sale de los panteones cuando llueve, no es sólo agua. Es muerte y es vida. Aún viajan velas encendidas que recorren el sistema de drenaje del panteón, porque las velas cuando se apagan, no se apagan, siguen para siempre encendidas en el recuerdo que se queda en el corazón de los que no están muertos. El agua lleva fotografías color sepia de niños que no pasaron de los 10 años y que una enfermedad, una imprudencia, un accidente, no los dejó ser. Viajan en el agua de los panteones dientes de oro, casquillos de balas de plata, plumas de gallina negra, gritos de adolescentes que interrumpen el sueño de los muertos, comidas completas del 2 de noviembre, sombras inexplicables que descansan sobre los mausoleos. 

El más pobre y el más rico del panteón son ahora una misma explosión de agua que escapa. Como queriendo vivir de nuevo. 


1 comentario:

Helena con H dijo...

cuando no te veo, te leo