domingo, 24 de enero de 2010

12:55 am

-Recuerdas lo que te conté?
-Qué?

-Lo de la gente, lo que hablamos en el restaurante de sushi.
-Lo de los personajes?

-Si, que la gente cuando la ven representa un personaje y cuando no, son auténticos.
-Si, si me acuerdo.

-Nunca he sido honesto contigo, siempre he actuado, siempre he sido un mentiroso y lo que te conté desde que nos conocimos, es una mierda, una basura sin sentido. Nunca me has visto a través de las ventanas, siempre estoy aquí, actuando, siendo lo que no soy y dando lo que no tengo.
-Ya lo sabía.

-Lo sé, ya se que sabías.
-Entonces porque lo confiesas.

-Porque no me quería quedar con nada.
-Y cuando fue que tuviste algo?





lunes, 18 de enero de 2010

María

Ella me pidió a la distancia que escribiera, que no me detuviera, que le regalará un poco de como veo los días y como fluyen de mi cabeza a la punta de mis dedos, de ahí a teclas, de ahí a códigos de un software y de ahí a un blog que es éste.

Ella me pidió que lo hiciera y no veo porque no hacerlo. Creo que no he tenido mucha oportunidad de hacerlo pero hoy lo haré, por encargo y será, "La Pequeña historia del cumpleaños de mi padre".

Mi padre cumplió años hace una semana y después de toda una vida de no festejar, le hicimos una fiesta. Mi padre nació en Sabinas Hidalgo, Nuevo León, al norte del norte. Es el segundo de 4 hijos, en eso coincidimos, también en la responsabilidad y en el amor por el fútbol. También en que no sabemos decir que no.

Ayer lo ví sonreír como no lo había visto en años. Ayer le canté una canción: "Baraja de Oro" de Los Relampagos del Norte. Ayer fue un perfecto anfitrión y yo un perfecto mesero-barman-cocinero-DJ-Cantante. Ayer mi padre tuvo el protagonismo, era el niño de la fiesta, el mero mero, el señor Torres, el Compadre, el Amigo, el Padre. 

Ayer creamos un momento que no se me va a borrar de las retinas en muchos años. 
Ayer mi familia encontró lo que quizá alguna vez, habíamos perdido. 




jueves, 14 de enero de 2010

Casa

-Soñé con esa casa anoche-Me dijo Damián, un día antes de que muriera.
¿Con cual?- 
-La del final, la del portón de metal- Damían tiró el cigarro y se acercó a la puerta, la tocó.

Yo lo miraba desde la acera contraria, habíamos decidido irnos por esa calle contrario a por donde siempre pasabamos, ese día aquella calle estaba en reparación y si algo odiabamos era el ruido de las máquinas destrozando la tierra.

Cuando pasamos enfrente de la casa del portón de metal, Damián se paró en seco y fue lo que me dijo, "soñé con esa casa anoche".

No entramos, nos fuimos caminando a nuestro nuevo empleo como operadores de telemarketing. El ruido de los teléfonos sonandome en la cabeza todo el día, el humo del cigarro en el patio entrandome por los ojos, los números girando en mi mente, mis manos presionando botones y mi voz, que no es mi voz cuando vendo, engañando, nada me evitaba pensar en lo que me dijo Damián.

De regreso pasamos por ahí.

-¿Ya habías pasado por aquí antes Damián?
-Nunca. Lo dices por lo que te dije que había soñado con esa casa no?
-Si, me puso nervioso.
-A mi también, sobre todo porque no fue un buen sueño sabes.

Me contó el sueño, era raro, muy raro. Me dijo que había soñado que pasaba por ahí en bicicleta, que era un día muy caluroso y sudaba demasiado, que tenía mucha sed y se había metido por el jardín de la casa, en el jardín había una estatua chiquita de un sapo explotando en pedazos, los hierbajos crecían por todos lados y él andaba en shorts y las hierbas le picaban las piernas. Tomó una manguera del suelo y abrió la llave, cuando empezó a beber agua el agua estaba podrida y daba más sed. En eso se abrió la puerta de la casa me dijo,  y una mujer parecida a su madre lo miraba beber. Damián quiso salir y ella le dijo que no pasaba nada. Que entrara. Damián entró a la casa. 

La señora le invitó a sentarse, por dentro la casa no tenía un orde aparente, la cocina era a la vez una gran sala en donde había mesas y sillas de diferentes tamaños y texturas. Al fondo, Damián vió a un chico retardado masturbandose frente a un televisor que sólo transmitia estática. Damián quiso salir y la señora lo tomó de un brazo, al momento de hacerlo, el brazo se le deshizo, como se deshace la carne a baño maría, y Damían quizo correr, tropezando con las sillas multiformes y conforme avanzaba su cuerpo iba deshaciendose como carne deshebrada, lo ultimo que cayó al suelo fue su cabeza y sus ojos abiertos, se cerraron para siempre con la imagen del chico retardado teniendo un orgasmo descomunal. La casa olía a petroleo y sal.

"Vaya sueño"- le dije y en mi nariz alcancé a percibir como de la casa emanaba un ligero olor a petroleo. No había nadie dentro de ella. Nos fuimos caminando y olvidamos el tema.

Esa noche soñé con la casa, pero en mi sueño yo no entraba, sólo contemplaba el momento en el cual Damián se deshacia y la escultura del sapo cobraba vida y me brincaba encima empapandome de sal y sangre. Desperté con la llamada de mi madre diciendome que habían encontrado a Damián colgado en un árbol.

Salí de casa corriendo y sin saber porqué, llegué a la casa de la pesadilla de Damián. Damián no estaba ahí. Entré por el jardín y el olor, el jodido olor a petroleo lo impregnaba todo. El sapo explotando no existía ni tampoco la manguera de agua podrida, pero si el olor. En mi boca empecé a sentir la sal. Temblé.

Mi teléfono comenzó a sonar. Era el número de Damián. Contesté. Era él. Me dijo que no volteara a la derecha, lo hice, ahí estaba ella. Mirándome. Colgué. Ella me tomó del brazo.

Desperté en el hospital. Duré tres días en un desmayo que parecía interminable. Mi cuerpo tenía sal por todas partes y nadie sabía como había sido. Me había perdido del funeral de Damián, mi madre pensó que me había afectado mucho y por eso pasó lo que pasó.

En el coche camino a casa, una desviación nos hizo pasar por la calle de la casa. Cerré los ojos pero aún olía a ella, a la casa. Desde la ventana escuché que alguien decía mi nombre. Pensé en Damián, en mí.










domingo, 10 de enero de 2010

frío

Cuando el camino termina y no quedan más que ramas que ocultan los agujeros por donde se nos va la vida, cuando los silencios inundan y rompen los oídos de los perros que no saben ladrar aún.
Cuando los dedos se me congelan al romper el aire helado que inunda el lugar en el que duermo y lo llenan de una apacible falsedad, de una engañosa soledad. Pienso.

En las estructuras de los edificios. En los hilos que tejen las arañas. En los galones de pintura que se necesitan para pintar un barco. En el sueldo que gana el que limpia los vidrios del edificio más alto de Dubai. En los tipos de cambio en Venezuela. En las comedias románticas. En los suspiros que se me gastan cuando sueño. En las botellas que van por el mar buscando llegar a un nuevo destino. En los payasos que ya no saben cuando están riendo por gusto. En los millones de dolares que no tengo. En el tiempo que le queda de vida a las baterías de mis aparatos electrónicos. En los números que aún no marco. En los molinos son Quijotes. En las baldosas de una casa de clase media. En los comerciales de productos para el cabello. En nadie.

En mi.

jueves, 7 de enero de 2010

lolo

Calentador encendido y aún así, el frío no para.

Todo se vuelve un momento que me explota en la cara y la ventisca de la explosión se vuelve un dibujo en los árboles, un dibujo sin sentido, como lo que ha pasado entre nosotros.

No quedan huellas ya en la arena de mi casa, hasta las huellas te llevaste y en tus palabras y en el reflejo de tus mejillas ya no quedo yo, ni una pizca de mí, ni un asomo de lo que alguna vez tuvis...tuvimos.

Mis pies se me derriten en la nieve, se vuelven uno con los pasos que alguna vez quise dar, pero no, no pude, y no, no podré. En la nieve no se avanza, se hunde. Las palabras son la nieve algunas veces y yo no puedo con ellas ni contigo.

Porque no entiendo de sonidos ni de tiempos, ni de instantes, ni de polaroids, ni de mujeres. No entiendo nada porque nunca me tomé el momento para prestar atención. Dejé pasar por alto las señales de PARE y me estrellé y caí en los juegos que no debí caer, en los tragos que no debí beber, en las azoteas donde no debí caminar.

El gato de mis padres se llamaba Lolo. Era un gato gris, enorme. Tenía mucha personalidad y siempre andaba solo. Lolo. Algunas veces, cuando hace frío y voy a ver a mis padres, extraño a Lolo. 


miércoles, 6 de enero de 2010

de moda

¿Pasaremos de moda algún día? Dejaremos de ser para las demás personas, eso que somos ahora, ese momento, esa pequeña necesidad y ganas de existir en el presente inmediato y nos convertiremos en un número teléfonico perdido en el orden alfabético de la memoria de un teléfono.

Dejaremos de existir y veremos como LA NADA, ese villano invisible de La Historia Sin Fin, nos sumerge en la más profunda oscuridad del olvido. Estaremos todos destinados a pasar de moda, a dejar de pertenecer al Top de amigos en alguna comunidad virtual, a ser borrados de los números frecuentes, a caer en una espiral de incertidumbres, de llamadas no realizadas, de citas por siempre pospuestas.

Tenemos tatuados en los brazos nuestra fecha de caducidad personal. Debemos ser remplazados por nuevas emociones producidas por nuevas personas y perdemos nuestra originalidad, estamos por siempre condenados a ser un producto temporal que será reemplazado del anaquel al cambiar la promoción. Pepsi azul, Coca-Cola de Vainilla.

Pasaremos de moda alguna vez?

Pero como siempre pasa, todo vuelve y el mundo es cíclico y lo que fue desterrado vuelve con fuerza y lo que se mantiene clásico existe, perdura para siempre. Dejémos una huella en las personas y volvámonos unos jeans azules en el closet, unos converse negros y todo el tiempo puede pasar y no pasar a la vez. Seamos y no nos preocupemos.

Volverémos alguna vez?

si cada semana hay un nuevo jueves, yo creo que sí.

de moda

¿Pasaremos de moda algún día? Dejaremos de ser para las demás personas, eso que somos ahora, ese momento, esa pequeña necesidad y ganas de existir en el presente inmediato y nos convertiremos en un número teléfonico perdido en el orden alfabético de la memoria de un teléfono.

Dejaremos de existir y veremos como LA NADA, ese villano invisible de La Historia Sin Fin, nos sumerge en la más profunda oscuridad del olvido. Estaremos todos destinados a pasar de moda, a dejar de pertenecer al Top de amigos en alguna comunidad virtual, a ser borrados de los números frecuentes, a caer en una espiral de incertidumbres, de llamadas no realizadas, de citas por siempre pospuestas.

Tenemos tatuados en los brazos nuestra fecha de caducidad personal. Debemos ser remplazados por nuevas emociones producidas por nuevas personas y perdemos nuestra originalidad, estamos por siempre condenados a ser un producto temporal que será reemplazado del anaquel al cambiar la promoción. Pepsi azul, Coca-Cola de Vainilla.

Pasaremos de moda alguna vez?

Pero como siempre pasa, todo vuelve y el mundo es cíclico y lo que fue desterrado vuelve con fuerza y lo que se mantiene clásico existe, perdura para siempre. Dejémos una huella en las personas y volvámonos unos jeans azules en el closet, unos converse negros y todo el tiempo puede pasar y no pasar a la vez. Seamos y no nos preocupemos.

Volverémos alguna vez?

si cada semana hay un nuevo jueves, yo creo que sí.

martes, 5 de enero de 2010

mensajes

Inmersa en su rutina, en ese apretar botones en una secuencia ininterrumpida, en un orden establecido ya, en un a elipsis interminable de acciones, se dió cuenta de que estaba enamorada.Enamorada no sabía si de él, o del momento, o del tiempo justo en el cual entro por la puerta de la bodega y se materializo para siempre en sus retinas.

Como un hierro caliente, a donde volteara estaba él, encarador, de barrio, con la palabra justa en la boca, con la mirada que la miraba y la desnudaba, y ella se sonrojaba toda, un tomate se volvía ella y de entre sus piernas, el calor nacía.

7pm, suena el timbre y la esperanza en sus oídos, la esperanza de verlo pasando el cuarto donde está la bodega, y lo sabe y se mira en el reflejo de una lámina de acero inoxidable y se da cuenta de lo linda que se ve y de lo mucho que quisiera reunir en su garganta las palabras exactas para poderle hablar y decirle algo, lo que sea. Pero no puede. El miedo siempre gana.

Sube al bus y con la mirada bajita como sus sueños, se sienta en el último lugar, el del fondo, desde donde podrá ver si es que tiene suerte, a él cuando salga. Saca de su bolsa unas galletas y las come sin hambre, sólo porque el ruido de las mismas espante su cara de sus ojos y los cierra y los aprieta y se persigna imaginariamente y al abrirlos, él está a su lado.

Hola, él le dice, ella no dice nada, se le fueron las palabras para siempre y ve por la ventana como transcurre la ciudad en la oscuridad, una oscuridad que ni las luces de neón pueden espantar, él roza su mano con su mano y la descarga de electricidad se desata en su espalda, si no hubiera habido tanto ruido en el ambiente, se hubiera escuchado el momento justo en el que el corazón cambió de ritmo su latido, y se volvió una sucesión de espasmos de tiempos pasados, de olas de un mar que ella nunca había visto.

Ella bajó del bus deseando que él lo hiciera y él lo hizo, ella volteo al cielo y una rafaga chiquita de aire la elevó por unos instantes, nadie más lo vió, sólo ella, pensó que así era estar enamorada, estar enamorada era volar un poco. Él la rodeó con su brazo izquierdo y ella recargó su cabeza ahí y después, el frío que entra por la espalda, el amor materializado que desgarra el corazón por la espalda, el amor que fluye y cae en cascada y la empapa y lo empapa a él, el amor que toca el suelo. El amor que duele. El vuelo se detiene en  el suelo, en el pavimento. El amor es soledad en el asfalto.

Él se fue con la navaja sonándole en las manos y el amor de ella manchando su camisa, ella se quedó con el suelo en la boca, con el sueño  desgarrado como ella misma. Ella se quedó para siempre enamorada

lunes, 4 de enero de 2010

conocernos bien

Estaba dormido, lo acepto, dormía intranquilamente como niño que vuelve a clases después de las vacaciones, dormía bajo 4 cobertores en mi cuarto, mucho frío afuera, mucho. Pero debo confesar que si una chica linda me envía un mensaje de texto o me llama, diré que estaba despiertísimo.

L: Despierto?
Y: Para ti si. Feliz año.

Después me mandó mensajes muy personales, lo cual, le agradezco infinitamente, que confíe en alguién que tecnicamente no conoce, que confíe en un mensaje de texto que viaja por distintos estados del país, que confíe en mí. 

Y respondí lo mejor que pude. Hoy me terminó de regalar la confianza y eso me hizo sonreír aún más. 

Y: Porqué me escribiste a mí?
L: Hay cosas que nadie más entiende.

Y la entiendo. Aún sin tener la fortuna de saber que gestos hacemos al sonreír en vivo, o como suena nuestra risa descontrolada al ver una película de comedia, o como es la forma en la que corremos cuando empieza a llover y no traemos paraguas, aún así, la entiendo.

Que raro es todo cuando para conocer a alguien ya no necesariamente tienes que conocer  a alguien y como los que nos rodean físicamente, algunas veces no nos conocen como quisieramos. Y me pasa a mí demasiadas veces.

Se raya el cristal del tiempo y tras la ventana del bus  yo no veo nada.

 

domingo, 3 de enero de 2010

Diamantes

Milo aún sostiene en su mano la 9 milímetros. Sigue sin creer que el disparo fue tan certero. Sonríe y la guarda en la parte trasera de su pantalón. Masca un chicle de menta y saluda con los ojos al dependiente de la tienda de abarrotes que barre con hastío el piso de una acera que nunca dejará de estar sucia.

Camina por la calle 23, calle llena de putas, de putos, de dinero que cambia de manos, de desolación. A lo lejos escucha el sonido de lo que el disparo provocó. Una cascada de ruidos amontonados que van chocando entre ellos. Sirenas. Gritos. Pasos. Coches acelerando. Cristales que se rompen. 
Milo sabía lo que iba a pasar, no todos los días se mata a un capo. No todos los días uno le pone precio a su cabeza.

Sube a un taxi y sin nervios le dice que se dirija a la central de autobuses, sabe que lo esperarán ahí, sabe que lo van a buscar por toda la ciudad, la única salida del pueblo es la central de autobuses y él lo sabe. Por eso los quiere ver ahí.

Llega y paga de más, baja del taxi, observa a los policías, comprados ya por los capos, que lo buscan no para detenerlo, sino para matarlo, aún no lo notan, la indiferencia con la que camina Milo parece ser una capa que lo vuelve invisible. Recuerda una escena de una vieja película de mafiosos, al bueno-malo, lo asesinan esperando el tren, a punto de subir a un futuro mejor. Milo tira el chicle de menta que ya no sabe a nada y compra un boleto para.....

Toma el boleto y se sienta a esperar que llegue el autobús o que lleguen ellos. Ambos se lo van a llevar lejos, la diferencia es nuevamente el ruido con el que se va a ir.

Los ve llegar. Escucha los pasos. En el momento en el que espera, recuerda la escena que lo llevó ahí.
Ahí estaba él. El chingón. El que todo lo puede. Sentado frente a la mesa. Riendo.

Milo lo vió tras la ventana del restaurante. Él lo invitó a pasar. Milo entró y se sentó a su lado. Los acompañantes no opusieron resistencia. Llegó la pasta y Milo se levantó. Caminó dos pasos y sacó de la parte trasera de pantalón la "9", un sólo tiro. Certero. Nadie se dió cuenta. Hasta que él se desplomó sobre la mesa. Cuando esto pasó Milo ya estaba en la calle. 

Ahora estaba en la central. Esperando. Llegaron. Lo ven. Lo dejan irse. 

No todos los días se mata a un capo. No todos los días a un capo lo mata su hijo. 


sábado, 2 de enero de 2010

sin saber de ti

Han pasado días sin saber de ti, no se como va todo, como va el frío que todo lo limpia, como va el frío que todo lo detiene menos este corazón que es mio y tuyo y  que no tiene freno y que por cada latido que da avanza y retrocede y al final del día siempre termina en el mismo sitio en donde comenzó. El principio-final de todo. El final-principio de nada.

Cada vez que recorro las calles que nos pertenecen no puedo evitar caer en una espiral de calor y melancolía que me invade en esta caida libre ininterrumpida en donde me encuentro. El grito se ahoga en mi garganta y escucho sólo la navaja de las palabras que rompen lo que tocan, que lo desgarran como el cuello del ratón del campo que cae abatido ante las alas del halcón. 

Suena en mis oidos aún la esperanza del futuro, inicio el año con fe, con la certeza de encontrarnos nuevamente en el camino, en el punto en donde lo dejamos todo por seguirnos a nosotros mismos aún sabiendo que la separación nos une más. Porque si te vas, me voy.

Me fui de hecho. Ya no estoy para ti. Cerré para siempre el libro y le puse cera al borde de las páginas y no volverán a abrirse, ni tus manos que todo lo pueden, podrán abrirlo. Las palabras se me acabaron nuevamente, me sumerjo en el silencio del lago. En la quietud del espacio. En el ruido de un canal de televisión sin señal.

Te digo hola y adiós. Nos despedimos de nuevo en este lobby de aeropuerto que es la vida, tengo un vuelo comprado a la felicidad con cientos de escalas aún, voy en turista porque asi he vivido siempre, un turista que avanza sin libretos en un documental sobre viajes y aeropuertos. Me he convertido en un extra de mis propios actos. Me he convertido en ti aún sin saber de ti.