jueves, 28 de octubre de 2010

carreteras

Ella va conmigo, vamos en el coche y no nos detenemos casi nunca, sólo cuando lo amerita algo verdaderamente importante, como cuando tenemos ganas de que todo vuelva a tener sentido, de que el frío nos pegue, de que el calor nos despierte, de que el tiempo vuelva a correr.

Abro la ventanilla del coche y escucho los trailers que avanzan como balas por la carretera y mueven mi coche como si mi coche no significara nada, y quizá tienen razón, quizá mi coche no signifique nada. Ella duerme cansada de cantar la misma canción desde que comenzamos el viaje. Yo la veo y la imagino y la extraño a la vez a pesar de que está aquí, llenando todo el coche de ella, llenando todo el día de ella.

Cortamos en dos el mapa del país, no tenemos una ruta definida pero cada quien lleva una tarjeta con 43 mil pesos exactos para ver a donde nos llevan. Vamos a conocer el país nos dijimos, vamos a conocernos pensamos.

El coche sin significado definido se detiene. Nos hemos orillado cerca de un acantilado y ambos tiramos al fondo del mismo el pasado, los otros nombres que antes nos definieron, los millones de sentimientos acumulados, le dimos restart a todo con el sonido del coche avanzando. Al carajo el pasado, a la mierda el futuro.

Ella viendo por la ventana, no me habla ya, no le pido que lo haga, ni siquiera quiero que lo haga, está lejos aunque viaja aquí, no está aquí pero la veo. Ella se quedó para siempre en el acantilado. Yo también. El frío, el vaho de su respiración pinta en el vidrio una capa en la que ella escribe su nombre y luego borra. Escribe otro nombre y luego lo vuelve a borrar.

Al llegar al siguiente pueblo ella tiene un nuevo nombre, no me lo dice, me pide que lo adivine y yo escribo cientos en papeles de colores que guardo en una lata, ella los va leyendo y ríe y se burla de que no le he atinado, saca el último papel y tampoco es, se acerca a mí y me lo dice al oído. Soy un imbécil, pienso. Su nombre sigue siendo el mismo.

Avanzamos por la carretera en el coche que no tiene un significado definido y poco a poco nos vamos disolviendo en las curvas, en la niebla, en el tiempo. En ella.



lunes, 25 de octubre de 2010

Varadero 67"

"Los millones de pesos tirados a la mierda en las campañas políticas bien podrían ser utilizados en mi esparcimiento personal, creo que a final de cuentas me merezco todo lo que hay en este pinche país de mierda y no espero menos que la felicidad que Dios nuestro señor me pueda dar..."

El loco que habla afuera de la carnicería que está por la casa de mi tía Lorena siempre me ha parecido un tipo mucho más sensato de lo que todos los que pasan por ahí creen. De hecho esa frase pertenece a un fragmento de dos horas videograbadas en donde él me explicaba su lugar en la cadena alimenticia, social, sexual y divina. El tipo colocaba en el suelo pedazos de basura y con excremento de gato, dibujaba un gigantesco organigrama en el que después de la Santísima Trinidad, estaba él, único descendiente de los últimos aztecas nobles que habían huído hacia el norte después de la muerte de Moctezuma Ilhuicamina en el periodo conocido como La Conquista.

El loco era un genio, todo tenía sentido.

Hablaba conmigo y con nadie más, bueno, sólo con sus ideas y sus recuerdos llenos de imbecilidades que yo encontraba fascinantes, no así el dueño de la carnicería que ocasionalmente lo corría con una cubetada de agua con jabón.

El loco era un genio y un diablo.

Lo supe el día que lo encontré lleno de sangre, obviamente no era de él y me dijo que algo había pasado, que un tipo enviado del gobierno había querido llevarselo y él se opuso y lo mató con una piedra gigantesca. Al día siguiente encontré en el periódico la imagen de un niño con el craneo destrozado por una piedra en el lecho del río.

El loco huyó. Era un genio, un diablo y humo.





miércoles, 20 de octubre de 2010

Adiós

A todos:

Para los que leen esto y no me conocen, vivo en Monterrey, Nuevo León, ciudad azotada cabronamente por el narcotráfico. Tengo 28 años y soy el segundo de una familia de 6 personas.
Todos honestos. Todos honrados. Todos dignos mexicanos.

Este es el texto #200 en mi blog. Una fecha casi cabalística en mi país. Un año en el que el número 200 ha estado en todos los putos lugares.

Quería aprovechar este espacio para despedirme por si no los vuelvo a ver.

No, no pienso dejar de escribir, no pienso dejar de vivir y no pienso olvidar mi pasword.

Pero, uno nunca sabe y los balazos están muy barato en mi casa así que, amigos, vatos, morras, si a este negro algo le pasa, siempre fue bueno, nunca anduvo en el narco y siempre quiso bien.

A mi madre, má, te amo, eres la mejor y la más grande persona que conozco, es un orgullo ser tu hijo.
Papá, por ti soy lo que soy, honesto, trabajador y lleno de errores, gracias, te quiero.
J: Te quiero, eres un ejemplo hermano, mi hermano mayor.
D: Gracias roomie por 20 años, eres bueno, sigue así y llegarás lejos. Te quiero bro.
M: Creo que nunca he querido a nadie como te quiero hermana, te ganas el cielo todos los días.

Novia: Te amo, gracias por cada día juntos y aunque vayamos empezando, creo que nos falta mucho aún juntos, espero.


Sé que uno llama a la desgracia y quizá este, catastróficamente y jodidamente, se convierta en mi último texto, Dios quiera que no, pero bueno, uno nunca sabe.



domingo, 17 de octubre de 2010

67

Ya casi por terminar lo que era el principal evento en el concierto que acababa de pasar, uno de esos que se hacen para recaudar fondos para un país en desgracia, la cura de una enfermedad, los niños de la calle, qué carajos sé yo! el cantante se quedó sin voz. 

La gente lo miraba y se enternecían de ver como no podía articular palabra, pensaron, conmovidos,  que el tipo había dejado de cantar por lo emocionado, tocado, iluminado por la situación de los que sufrían. Yo estaba atrás del escenario, participando en la coordinación del todo y me di cuenta de que el tipo se había cagado.

Su vestuario, blanco totalmente, ahora tenía una mancha parduzca en las nalgas, él se dio cuenta y dejó de cantar, yo me atraganté con el agua que bebía y comencé a reir, los músicos se acercaron al tipo y lo rodearon y la gente se puso de pie ovacionándolo, el cantante elevo los brazos al cielo y la mancha seguía creciendo, yo no podía parar de reir. Mi jefe se acercó a mi y me dijo que me callara y fuera rapidamente por un abrigo o algo, corrí y tomé del vestuario del cantante un enorme saco negro con el que le pedí a la corista que se acercara a cubrirlo, llenandolo de glamour. Las luces del escenario sobre la gente de las primeras filas impidieron que ellos vieran y una correcta sincronización entre los switchers de cámaras nos mostraban close ups del cantante, acercamientos a la gente, close ups del cantante, acercamientos de la gente para irnos con el gran final de la cifra record conseguida de una forma cardiaca y todos felices. El cantante se fue entre abrazos y yo lo seguí al camerino. El tipo caminaba graciosamente, como un pinguino y todos percibían ya que algo había pasado, el olor era más que evidente.

En el camerino, su asistente personal me demostró con sólo una acción lo que significa "un trabajo de mierda", el cuál consiste en limpiarle el culo a un tipo por dinero. Eso es un "trabajo de mierda".

Rompimos la cifra. Niños salvados. Mierda en un pantalón blanco. Las luces del escenario.


martes, 12 de octubre de 2010

La mitad

Los que piensan que pueden no pueden- me dijo Gabriel en la estancia que está entre su cuarto y el cuarto de sus padres quienes no estaban porque ya no viven ahí, bueno, más bien ya no viven.

Lo acompañé a su cuarto, estaba tan ebrio que no podía caminar y lloraba un poco, mi chamarra tenía lágrimas de él y algo de cerveza también. Lo acosté y salí del cuarto. Me detuve a ver la foto familiar y entendí que mi amigo estaba solo. Hijo único y con la edad para que nadie se haga cargo de él. Huerfano a los 22. Había terminado ya la universidad cuando pasó todo. Tomé una botella de Chivas que no creo que iba a extrañar y salí de su casa. Hacía mucho frío.

Conducir a casa me hacía sentir bien, tan bien. Abrí la ventana del coche y el aire frío me mantenía despierto, teníamos ya 3 días de fiesta del adiós a sus padres y no habíamos casi dormido, no podía dejarlo solo.

Llegué y me estacioné mal. Tomé mi teléfono y le marqué a una amiga para que viniera a mi casa, no me contestó. Me puse la bufanda y caminé a la puerta. Hacía tanto frío que no podía sacar las llaves de mi saco. Escuché un par de pasos a mi espalda y era Gabriel. No escuché su coche, quizá por el gorro de lana tejida que yo llevaba en la cabeza. Gabriel me quitó la botella de Chivas y le dio un trago largo. No dijo nada. Se fue caminando a su coche y desapareció.

Me sentí tan mal de haberle robado, no lo hice con dolo, creo. Lo hice como una de esas cosas que uno hace cuando está borracho y piensa que no le hace daño a nadie, como llamarle a una chica, como insultar a un policía, como robarle una botella a tu mejor amigo.

Sobra decir que no pude dormir. 

Gabriel y la Botella. La Botella y Gabriel. Gabriel y Yo. Los Padres de Gabriel Muertos. Gabriel Muerto con la Botella. La Botella Matandome y  los Padres de Gabriel Sin Gabriel.

Lo peor de todo es que el Chivas no me gusta y a la botella sólo le quedaba la mitad. Lo peor de todo, es que los padres de Gabriel seguían muertos y él tan solo.

"Los que piensan que pueden no pueden"- ahora entendí que Gabriel no podía olvidar.




miércoles, 6 de octubre de 2010

Llamar a casa

Mi madre me llamó la otra noche, eran como las 2 de la mañana, una hora inusual para que ella estuviera despierta, me dijo que tenía mucho que yo no llamaba a casa y era cierto, en ese momento pensé que tenía toda la razón del mundo, hacía más de 5 semanas que no llamaba a casa, me daba miedo hacerlo y sobre todo, hablar con ella.

Le dije que me disculpara, que no era mi intención y que a qué se debía su llamada, me dijo que la gata que habíamos tenido desde hace 14 años acababa de morir. Me invadió una profunda tristeza, espesa, espesisima, era como petroleo que comenzaba a diseminarse por mis venas, me sentía enmedio de un derrame de tristeza inmenso.

Cómo pasó?- le pregunté. Me dijo que fue una muerte natural, nada del otro mundo. Los gatos se mueren de viejos también, como nosotros, las personas, me dijo recriminándome mi reciente abandono, le pedí que me disculpara y al día siguiente le llamaría. Colgué.

Esa noche no pude dormir bien, recordaba bien a la gata, era de un color entre negro y café, nunca fui muy apegado a ella pero creo que nos caíamos bien por eso, por permitirnos ser y estar sin necesidad de falsas caricias, la extrañaría sin duda. Pobre. 

Al día siguiente no llamé a casa. Le envié un mensaje de texto y flores a mi madre y seguí con mi vida, como ellos lo hicieron a partir de que yo, su único hijo, había decidido irse.
Entré al facebook de mi madre y había puesto una foto de la gata y la palabra EN MEMORIA.
Me pareció de un terrible mal gusto y la eliminé de mis amigos. Luego la volvería a dar de alta sólo quería que entendiera que hay cosas que no se deben de hacer como poner la foto de tu mascota y la palabra EN MEMORIA. Pensé que menos la llamaría.

Luego recapacité y me dije a mi mismo que mi madre merecía otra oportunidad, después de todo, es mi madre.

Le dí de alta en facebook.

Ella declinó mi invitación y le mandé un mensaje de confirmación "soy yo mamá, tu hijo, sólo estaba jugando, andale, agrégame".

No lo hizo.
Ni yo volví a llamar a casa.

De la serie: no pude


Acabo de borrar dos historias que no me gustaban, una sobre un abogado de divorcios con ganas de enamorarse y otro sobre una pareja que se conoce en internet y luego se ven para suicidarse juntos.

No los pude hacer.

Fuck.






martes, 5 de octubre de 2010

Atentamente, bien gracias

Casi.

Ya quiero que todo se quede así-me dijo ella.

Todo así?-le dije y me aclaré la garganta haciendo un ruido que no llegaba a tos, haciendo una pregunta que no llegaba a ser frase.

Así, celeste- ella miraba por la ventana del departamento, estar en el piso número 7 siempre es una buena idea para sorprender a una mujer, pago más pero lo vale, en la mañana me regalan estos dialogos que me dejan más de lo que ellas creen, incluso más que lo que pasó en la noche.

Celeste...eso que ves allá, esa estatua, sabes que tiene 200 años de estar ahí y nunca la han limpiado-le dije mientras me acercaba a la ventana en la que ella observaba y señalaba una estatua de un viejo campesino que sostenía un cesto y podíamos percibir mierda de paloma acumulada.

Es verdad?- me preguntó y puso más atención en la estatua.

No, sólo estoy jodiendo- y le acaricié la espalda con mis manos todavía tibias.

Ella recargó su cabeza en mi pecho y continuamos existiendo en esa fría mañana de otoño. 
Yo no dejaba de pensar en el color celeste. Ella tomó su ropa y salió de la habitación. Yo me puse lo mismo que vestía la noche anterior y puse una canción en el dock del ipod que estaba en la sala. Escuché la puerta cuando salió de mi departamento y aún alcancé a verla cuando se dirigió a la plaza donde estaba la estatua. Volteó a ver el edificio intentando ver mi ventana, ella sabía que la veía pero ella no me veía a mi.

Se alejó de la plaza. Me concentré en lo que escuchaba "American IV" de Jhonny Cash. Siempre me da miedo ese disco, no sé porqué, la voz de él siempre me ha intrigado, es como si una barra de metal tuviera voz y cantara. Es una barra de metal cantando.

Yo sólo pensaba en el color celeste. En la vida celeste.