jueves, 31 de marzo de 2011

El ansia

Dejarlo todo atrás.

Tengo ese impulso últimamente. Dejarlo todo. Avanzar en cámara lenta como en un comercial hacia la luz.
Despertar mañana y sentir que sigo aún en el piso del departamento de mis amigos en Insurgentes y Campeche. Imagina que estos últimos 3 años no hayan existido.

Este blog no existiría.

Tú no existirías.

Todo habría sido un sueño y yo tendría aún 26 años. Sería el César de 26 años solitario. No hubiera vivido tan cerca esta guerra pero tampoco tan cerca el amor. Los nuevos amigos. Las nuevas personas. Ella.

Volver.

Palabras huecas.
Palabrería barata.

Imposible.

Una ciudad nueva.

Una ciudad vieja.

Vicentico tocando en el taxi rumbo al aeropuerto. Mi madre queriéndome más. Desayuno en Vips. Todo borrado. Todo no existe.

viernes, 25 de marzo de 2011

Blair no lo sabe

Clay:
Estoy en casa y veo por la ventana el descapotable en el que Julian se ha marchado. Aún están en el baño unos lentes Versace y un saco azul de Band of Outsiders perfectamente arrugado como la frente del viejo Julian, este que sigue prostituyendo idiotas por los pasillos de los estudios de MGM.

Blair:
Le dejé un mensaje a Clay en su Iphone. Le dije que no quería volver a verlo desde lo de Rain. No se puede amar a alguien que tiene la pinche mala saña de grabar y subir a un sitio todas las perversiones que le hizo a una chica que se suponía amaba.

Julian:
Clay es un hijo de puta despreciable. Desde que llegó de NY para The Listeners se la ha pasado dandome largas, sólo me quiere para coger y para que le surta cristal. Nota para mi: Decirle a Rip que lo que vende es un asco.

Rain:
Voy a matar a ese cabrón. Le voy a volar la cabeza como se la volaron a Kelly. Me ha arruinado la carrera. Ese cabrón se va a morir.

Clay:
Dejen de seguirme. Dejen de enviarme mensajes. No sé ni quiero saber quien putas eres, déjame en paz. Sólo quiero dormir.

miércoles, 23 de marzo de 2011

¿Cómo dices que te llamas?

¿Cómo dices que te llamas..tú...la chica de camiseta negra, sobrepeso, pelo desarreglado, ojos sobremaquillados que me mira inquisitivamente al otro lado de la mesa y que cuando alguien comenta algo, tuerces la boca y descalificas lo que dice con una mueca llena de rencor?

¿Cómo dices que te llamas tú, la chica que acompaña a esta chica y que le festeja sus payasadas mientras sonríe nerviosa y la incita a ser aún más "irreverente" diciéndole que no lo haga?

¿Cómo dices que te llamas tú, el chico de la ciencia ficción que está aquí buscando ideas para poder dejar de ser conocido como el chico de los comics?

¿Cómo dices que te llamas tú, hombre de mediana edad con evidentes problemas de adicciones que tartamudea cuando quiere expresar sus afilados pensamientos que desgarran los ejercicios literarios de una señora de la tercera edad?

¿Cómo dices que te llamas tú, señora de la tercera edad que quiso hacer una histora fascinante pero no pudo porque nomás no se le iba a dar, que intentó defenderla con argumentos vacíos?

¿Cómo dices que te llamas tú, chica sexy al fondo?

¿Cómo dices que te llamas tú, chico gay con excelente gusto para vestirse pero lleno de resentimientos que juzga como si a él nunca lo hubieran juzgado?

¿Cómo dices que te llamas tú, chico que duda de su sexualidad y que mira coquetamente al chico abiertamente gay y le asusta pero le gusta lo que está sintiendo?

¿Cómo dices que te llamas tú, señora que llevó un cuento lleno de erotismo reprimido, que le dió miedo, que le dió frío hablar de manos que la tocaban, de senos, de vaginas, de penetraciones, de lo que pudo ser relevante?

¿Cómo dicen que se llaman todos ustedes de los que no me acuerdo nada?

En serio, es mi primer día y llegué tarde.

martes, 22 de marzo de 2011

Decir adiós

El acto de decir adiós no es tan simple como parece, no es sólo levantar la palma de la mano, colocarla a una altura superior de nuestra cabeza, abrir los dedos de la mano como un sol y agitar ese sol con movimientos de izquierda a derecha a un ritmo constante durante un periodo de tiempo que comprende la distancia en la cual tardamos en desaparecer del rango visual del objeto de nuestro adiós.

Decir adiós es más complejo y es una acción totalmente independiente del manejo correcto de una mano veloz y agitable, lleva consigo una despersonalización de lo que se quiere, lleva la sensación del olvido y sobre todo, lleva un gran dilema moral porque se deja ir sin tener la certeza de que se verá volver.

No confundamos el adiós con el hola. El movimiento indicado para una correcta bienvenida a la distancia es con nuestra mano levantada sobre nuestra cabeza y todos los dedos de nuestra mano abiertos, el hola puede ser de dos tipos, el hola excitado que agita de izquierda a derecha la mano con rapidez y ansiedad, y el hola de ubicación, el que sirve sólo para indicar que estamos ahí y que se caracteriza por una casi inmovilidad de la palma de la mano.

La mano, la palma de la mano específicamente, es pieza fundamental en ambos ejercicios sociales del ser humano, al menos en cuanto a las regiones occidentales del mundo se refiere, ambos actos requieren de total concentración para poder ser considerados trascendentes y no sólo superficiales, aunque el decir adiós y el decir hola a personas con las cuales no se tiene una relación cercana, elimina por completo las creencias vistas anteriormente y se convierten en actos reflejos de civilidad y respeto tan importantes pero a la vez tan vacíos y sin alma, como abrirle la puerta a una persona o cederle el lugar a una mujer mayor en el camión.

Decir adiós. Dejar que se vayan las personas y agitar la mano en el aeropuerto, en la central de autobuses o en el tren. Decir adiós cuando el crucero se marcha. Decir adiós cuando no se tienen más palabras para decir. Decir adiós con la mano, con los ojos, con la boca, con un abrazo.
Decir hola igual pero al revés. Como una cámara en reversa que nos narra esos instantes que no nos damos cuenta que vivimos. Adelantar. Regresar. Despedirse. Saludarse. Hola. Adiós.

martes, 15 de marzo de 2011

Granizada

Quisiera ser talentoso para que me quisieras, le dijo él a ella afuera de la escuela de artes en donde ella tomaba clases para cambiar el rumbo de las nuevas formas de expresión existentes.

Perdóname por ser un pinche contador, el chico lloraba tan fuerte que dejé de fumar y abandoné la lectura de la novela de Nothomb que me habían prestado y me dediqué a observar grosera y metichemente la escena.

Nos están viendo, párate...la chica apenada invitaba al chico a levantarse y acabar con la verguenza de la escena pero no con el dolor del chico, ella no le ofrecía tregua, le pedía que dejara de hacerla ver mal.

El chico se levantó y se dirigió a donde yo estaba y sin decirme nada me golpeó en el rostro. No opuse resistencia, creo que en cierta medida me lo merecía, el chico regresó con la chica y le dijo que si no lo perdonaba él se iba a matar.

Me acomodé los lentes y la cabeza después del chingadazo y seguí observando, escupí un poco de sangre y en vez de molestarme, el chico siguió dándome tanta pinche lástima que encendí otro cigarro para ver en primera fila, desde mi banca, todo lo que iba a pasar.

El chico volteó a verme y me miró con tanta rabia que pensé que iba a volver a golpearme. No lo hizo, seguían rodando lágrimas por su cara, casi podías oírlas al caer al suelo, era bien raro todo.

La chica entró a clase y el chico se quedó afuera. Fui con él y le dije que esa chica, la que tanto amaba no valía verga, que yo era su profesor de lenguajes audiovisuales y en una fiesta me la había cogido en el horrible baño de la casa, que él no merecía a una puta así, que si seguía llorando y golpeando gente lo único que iba a conseguir era una madriza o infarto.

Le invité a irse al carajo y el chico creo lo entendió.
Obviamente todo lo que le dije era una puta mentira, yo ni siquiera era maestro, esperaba a unos amigos que si lo eran y a la chica no la había visto jamás.

Algunas veces me gusta sentir que destruyo cosas, vidas, ilusiones, esperanzar, sueños, amores, himenes, cabezas, todo. Me hace sentir un poquito bien. Aparte el tipo me acababa de partir el hocico.

miércoles, 9 de marzo de 2011

La vida en mp3

Llevo conmigo una grabadora de voz, la llevo casi a todos lados y con ella he empezado a hacer algunos ejercicios raros como grabar sin que nadie se de cuenta, lo que platicamos durante la comida con la gente de la oficina.

He aprendido a desmenuzar las voces de todos, sus entonaciones y lo que dicen cuando dicen algo, de esa forma he podido descubrir que hay un chico que quiere con una chica, pero ese chico tiene novia y esa chica tiene novio. Imagino que sus pies se encuentran bajo la mesa y se acarician brevemente, una caricia accidental que libera endorfinas en su cuerpo, lo he escuchado en sus voces, en sus risas, en sus silencios incluso.

Me he enterado también por las voces, los que tienen miedo de morir, los que no traen suficiente dinero para pagar la cuenta, los que intentan ser graciosos, los que se ríen por encajar, los que no deberían de pedir un trago más. La verdad está en MP3 y yo la tengo. Por las noches descargo los archivos en mi computadora y comienzo a recortar las conversaciones según me plazca, y les doy entonaciones distintas y limpio de silencios todo y le pongo música e imagino que vivimos con un soundtrack divertido todo el tiempo.

La vida puede ser mejor si está en formato digital.