viernes, 28 de noviembre de 2008

laberinto

Hay días en donde llego y lo veo mirando y descubriendo universos ocultos en los puntos en donde se unen los azulejos de la cocina. O recibiendo en su rostro el cálido fulgor de la televisión que mira sin mirar y que repite dialogos que ambos, él y la televisión conocen de memoria.

Hay días en donde quiero sacarlo de esa somnolencia, de ese sopor, de esa falsa paz que dan los laberintos de la depresión, pero soy igual o más débil y no tengo nada que ofrecerle.

No tengo una sonrisa honesta ni una esperanza que podamos compartir, y me siento junto a él y ambos terminamos descubriendo universos ocultos en los puntos en donde se unen los azulejos de la cocina. 

Quizá si tenemos algo en común después de todo.