lunes, 8 de febrero de 2010

Desfasado

El tiempo es relativo según el lugar en el que estás. Esto me queda claro cuando te leo llegando de fiesta y yo aún estoy en la oficina y borracha me dices que me quieres, o cuando es a la inversa y te maldigo lleno de alcohol y madrugada en las manos.

Vuelo y salgo de Valparaíso sin haberlo conocido y cierro los ojos y los abro y tras el vidrio del vuelo 622 de LAN, el mar me espera. Y por un segundo deseo que caigamos todos y nos volvamos parte de las estadisticas de vuelos que desmienten que mueren más personas por choques que por avionazos. Pero la esperanza en los ojos de la señora que viaja conmigo y que va con toda la ilusion de 60 años queriendo conocer Guadalajara porque su hijo se casa con una mexicana, me alejan de mis pensamientos de tragedia y me persigno en la mente y quiero llegar bien a México porque esa doña chilena es igual a mi madre, pero mi madre es más hermosa claro.

Y volamos sobre Acapulco. Y atrás queda Montevideo y sus hermosas mujeres, y su comida, y sus momentos, y los sueños que cumplo y que apenas abro como regalos en Navidad.

Viajando, amo viajar. Amo los aeropuertos. Amo ver mi eterna maleta en la banda. Amo el miedo de perder mi pasaporte. Amo enamorarme del reflejo del sol en las alas del avión.

Quiero viajar de nuevo. Viajo de nuevo.

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