Y ambas me dan gusto. Por un lado, el nacimiento del hijo de un amigo, un hijo esperado, deseado y sumamente platicado con uno de esos partos que parece que nunca van a llegar pero de repente, ya está aquí y todo son sonrisas. Mientras me enteraba el acento chileno de la chica del mostrador de LAN, me arrullaba como alguna vez otro acento chileno lo hizo.
La otra, una chica que quise, que quise mucho, anuncia vía medios electrónicos que está en una relación. Me da mucho gusto por ella y mucho gusto por mí también, porque a pesar de que ella era lo que yo creía que necesitaba no lo era, ni yo era lo que ella creía que yo era, ahora sólo soy y ella sólo es. Y la quiero a la distancia mientras el sonido de la cafetera y de un tipo chileno haciendo negocios por teléfono, me despiertan como un trueno en un día soleado.
Siempre lo he dicho, no hay como viajar. Los hijos de la familia Torres son viajeros y viajamos en nombre de nuestros padres que no lo quisieron o no pudieron hacer y lo hacemos con gusto y disfrutamos dos veces todo, por nosotros, por ellos. Hoy que estoy en Chile me arrepiento de no tener el tiempo de ver a los amigos que tenemos acá, a quienes quiero y saben que siempre podrán contar conmigo.
Pero lo mejor del viaje casi siempre es el regreso, a casa, a todos, a ella.
Para ella que me lee en otro continente, un beso.
Para ella que me lee en casa, un te quiero.
Para ella que no me lee, te extraño
Para ella que me lee y no me dice que lo hace, no me lo digas.
Para ella que lee este blog por accidente, gracias.
Desde la sala Mistral de LAN, porque en LAN las salas se llaman como los escritores.
Me voy, me pierdo en los acentos y en estos pasillos que espero pronto, me vuelvan a ver pasar. Espero pronto.
1 comentario:
y para el? y para ellos? jajaja
viajes y mas viajes... chido, lindo, disfruta!
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