lunes, 9 de enero de 2012

Lena

Mírame bien porque es la última vez que me vas a ver- me amenazó Lena en la puerta de mi departamento en la calle Regina, sabía que estaba mintiendo, siempre lo hacía, era parte de una rutina no ensayada que se repetía una y otra vez, como las hojas de los calendarios con error y que siempre marcarán el 18 de julio del 2007.

Eso era ella, mi calendario con error, una sucesión de situaciones no controladas pero a la vez, predecibles. Una amenaza, un grito, un día de ira, la soledad temporal, la culpa.
Todo era predecible en ella, sus ojos, su voz cuando me decía que era tarde, mi Lena era tan Lena que había perdido el factor sorpresa cuando me amenazaba así que yo, la ignoraba.

Largas noches esperé que cambiara. Que al fin una amenaza de ella fuera real, no quiero decir con esto que deseaba que muriera y que su sangre tocara mis pantuflas azul celeste (que ella misma me regaló hacía 3 meses), pero si quería por una sola vez que las cosas no quedaran en intenciones, que si lo que me decía era cierto, lo cumpliera, que tuviera más huevos que yo y me matara ahí mismo pero no. Lena era cobarde y yo lo disfrutaba en cierta medida.

¿Qué vas a hacer cuando me vaya?- me dijo un día que acababa de regresar y justo habíamos terminado de coger en la sala que su madre nos regaló cuando cumplimos un año de vivir juntos.

Nada, seguir adelante, enamorarme de nuevo- le dije con toda la dolorosa honestidad de la que soy capaz después de coger y ella se soltó a llorar.

No llores, ¿qué querías que te dijera? ¿qué estoy perdido sin ti? ¿qué no podré volver a amar? claro que podré volver a amar no seas tonta, y tú también, de hecho sé que estás enamorada justo ahora y no es de mí. Sé que estás llorando por eso y no por mí. Lloras porque no sabes cómo decirme que te vas definitivamente y me preguntas que qué haré sin ti para saber lo que puedes llevarte de la casa. Lo sé y sabes, llévate todo. No necesito nada de ti- le dije y ella dejó de llorar.

Lena empacó esa misma noche. Mi casa estaba fría y en las paredes blancas aún estaba la marca de la fecha en que llegamos, raspada con la llave del primer coche que compartimos.

Nunca volví a enamorarme.

1 comentario:

Sahib Anubis dijo...

Nunca, en mi diccionario es una fecha de un calendario antiguo... Saludos.