Libertad, se va a llamar Libertad.
Cuando era niño quería llamar a mi hija Libertad, fui un niño extremadamente comunista, dividía la atención que le prodigaba a mis juguetes equitativamente, de tal forma que, ni el G.I Joe ni el coche de carreras podría sentirse menos.
Mis amigos, escasos amigos, de la infancia me veían como un animalito raro, como un perro de tres patas, raro pero común, porque sigue siendo un perro pero tiene una pata menos, me veían con una forma de compasión, aunque ellos no supieran lo que significaba esa palabra y por lo cual, al no tener una forma de definir su sentir hacia mí, hacían lo cristianamente indicado, ignorar lo raro, ignorar al perro de tres patas que era yo.
Pero nunca me importó, acostumbrado al silencio desarrollé la habilidad mágica de mandar el mundo al carajo y de que el carajo fuera sólo un lugar, un destino para todos y yo, enmedio de conversaciones comunistoides con mis juguetes, era feliz.
Era feliz con la soledad. Con ese espacio infinito e interminable que es la soledad porque lo importante para nunca sentirse solo, es saber que uno no está solo, uno lo tiene todo, nadie está ahí para compartir las cosas, es la perfección absoluta, es el hilo negro, es ganarle en el ajedrez al diablo, es ser feliz.
Hasta que te enamoras.
Y todo parece que te encierra y ese salón infinito que es la soledad, se vuelve una cajita de zapatos en donde te han forzado a cumplir condena y ese terrible lazo que se forma al querer, esas ganas de sentir que la otra persona está ahí, esa confirmación de que dependes...es lo opuesto a lo que eras y te das cuenta de que al perro le ha salido la cuarta pata y es uno más de la...perrada? manada? jauría?
El amor es indefinible, indescifrable, incoloro, inoloro, intocable, incansable, internacional, inmaculado, intravenoso. El amor es bien raro.
1 comentario:
ai me distes uf el amor
me gusto mucho un gusto leerte de nuevoo saludos
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