Lo primero que aprendí a escribir fue mi nombre, César, pero lo escribía muy mal: Caeser.
Incluso en el baño viejo de casa de mis padres está aún mi nombre rayado con pluma. El error se quedó para siempre y con los años yo no. Dejé de escribirlo mal y comencé a hacer como que si sabía.
Fingir que sabes, imitar lo que otros hacen, perder para ganar, ganar a toda costa, los años me llevaron a lugares que no pensaba pero aún hoy, desde la distancia creo que mi mundo era mejor cuando yo creía que me llamaba Caeser.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario