domingo, 14 de agosto de 2011

De perder.

De nuevo soy el último en salir de la oficina y no me siento mal por eso, después de todo...no tengo nada que hacer si no trabajar.

Salgo a la calle y espero el taxi, no llega. Enciendo un cigarro y me dejo llevar por el humo. Viajo a un lugar distinto en donde los ecos de los recuerdos me desmadran en pedazos los ojos que se me caen en forma líquida al piso. El guardia de la oficina sale y me pregunta si estoy bien, le digo que si, que sólo acabo de recibir una mala noticia. El taxi llega y acaba con el momento incómodo aunque inmediatamente se convierte en otro, no recuerdo donde vivo.

Seguro que no sabe donde vive, me pregunta el taxista, le digo que no pero que conduzca rumbo al sur de la ciudad, quizá encuentre las pistas necesarias para saber en donde vivo o al menos consiga un buen lugar en donde dormir, no sé. No sé nada y ni siquiera sé como me llamo ahora pero bueno...eso importa acaso? los nombres son sólo etiquetas que nos cuelgan y que nos definen algunas veces si y otras no. He cambiado tanto de nombre los últimos años que no recuerdo cual fue el primero, el genesis de mis nombres, la forma en la que se dirigía a mi mi madre, la primera vez que Susana lo dijo a los 8 años en el patio de la escuela. Que importa, nada importa.
El taxista comienza a desesperarse y sospecha que quiero hacerle algo, idiota, si quisiera lo hubiera hecho. No quiero hacer nada y ni siquiera quiero llegar porque no existo, no sé. Suena el teléfono, contesto. Preguntan por Marcos, ¿Marcos... me llamo Marcos? o es un número equivocado? no sé, no tengo cara de marcos.

El taxista me deja en donde le digo que recuerdo que es mi colonia, le respondo en inglés y él parece no entenderme...acabo de perder la habilidad de hablar español. ¿Qué más perderé? ¿la vista? ¿el tacto?
Pago con todo lo que traigo en la cartera y camino a un parque que parece que recuerdo. ¿o me he equivocado de nuevo?

Tiemblo, tengo miedo de no saber nada, de haberlo perdido todo otra vez, no es la primera vez que te pasa esto, me digo para tranquilizarme y recuerdo la vez en Marruecos en donde me pasó exactamente lo mismo y terminé deportado a mi país y me reclamaron en migración los que decían que eran mis socios de trabajo. ¿Será? ¿Seré?

Son las doce de la noche y yo no soy.

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