Los besos pospuestos, esos que siempre estuvieron pero nunca se dieron, esos que se soñaron, esos que quizá nunca vayan a suceder, pero de los cuales guardas la esperanza como boleta de empeño.
Son esos los motores, el silencio y la paz de una noche de otoño viendo el cielo, tomando un tinto, viendo a los gatos pasearse por las azoteas, sonriendo en la semioscuridad y pensando en el mañana que es hoy.
Los besos pospuestos que suceden, llegan y se instalan, son el presente y el recuerdo, son el momento en donde todo quedó atrás y donde todo vuelve a empezar, porque en los besos pospuestos, cuando suceden, uno cambia un poco, para bien.
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