miércoles, 4 de febrero de 2009

radical

El humo llena la habitación. El humo penetra en los pulmones del tipo que está recostado en su cama. El humo tiñe de negro las paredes antes blancas. El humo carcome los cimientos del mueble de televisión. El humo  purifica el alma del cucaracho que avanza por el suelo y le da una muerte en paz. El humo que sale de ninguna parte llena el todo de toses y de lágrimas. El humo se escapa por la puerta del cuarto y llena la estancia perpetuandose para siempre en las fibras de la alfombra. El humo invade las 3 habitaciones de la casa y sale al mundo llenandolo de humo.

El mundo gira y no puede sacar de si mismo el humo que lo invade y lucha y tose y gime y rota en varios sentidos generando con esto el fin del mundo como lo conocemos y no logra su cometido. El humo lo invade por completo y él, en su inmensidad se siente un enano que no alcanza el mueble alto en donde está el control remoto mágico que pueda echar el humo fuera de él, y llora de frustración y desesperación su dolor. 

El humo avanza por la galaxia invadiendo planetas, asteroides, cometas, satelites, cuerpos celestes, el across the universe de los beatles y las cenizas del tipo que creo star trek. El humo terrible se pierde en la inmensidad del espacio y llena de algo los hoyos negros que no tenían nada. El humo llega a las barbas de Dios y lo hace toser. El humo es imparable, impensable, inacabable, intolerable, intransigente y vengativo. El humo es todo y nada que avanza por el vacío llenandolo y por la totalidad llenandola de nada. El humo es tú y yo.

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