miércoles, 7 de enero de 2009

payasos

El primer paso es reconocer el problema. Me dijo y salí de ahí convencido de que lo que me había dicho era verdad.

Caminé a casa a reconocer el problema y mientras pasaba por enfrente de la casa color celeste que más me molesta en el mundo, me di cuenta de que el problema era yo y yo no me reconocía.

Era incapaz de reconocerme en un espejo, a lo largo de mi vida he creído que la persona que reflejo no soy yo, que quiza soy parte de un experimento parecido a la serie de Quantum Leap y yo no soy yo el tipo despeinado que todos los días batalla para aplacar el cabello alborotado que tiene.

Es extraño esto de no reconocerse a uno mismo, es como una amnesia personal pero me pasa, me pasa porque veo fotos de mi pasado y tienen que decir algun comentario como "mira que raro sales" y señalarme en la foto para ubicarme a mi mismo, si no, sólo por descarte podría adivinar quien soy yo en las fotografias.

Me siento culpable cuando mi madre me dice...eres el retrato de tu abuelo y yo pienso, pero si yo no soy yo menos voy a ser el retrato de alguien. Incluso creo que pronto despertaré y terminaré siendo el vecino de al lado y todo tomará sentido y manejaré su coche y tendré su empleo y su esposa me besará antes de dormir y el intercambiara conmigo la vida de soltero que llevo y será feliz y seremos felices y nos reconoceremos en el espejo al despertar cada día y nos saludaremos con una sonrisa y compartiremos esta complicidad de haber terminado con la confusión del destino.

Sabrán las mujeres que he querido y me han querido que yo dudo de ser yo mismo?... porque en cierta medida las he engañado porque nunca he sido yo y si nunca he sido yo nunca me han amado realmente...y también yo nunca les he hecho daño ciertamente, porque yo no soy yo. Soy sólo la ilusión de ser yo. Yo no estoy.



1 comentario:

Unsolicited Reflection dijo...

Caray... me gustó la idea del texto, pero no te voy a felicitar porque tú no eres tú y ése que realmente eres tal vez no merezca las felicitaciones.
Saludos a ti que no eres tú pero que ante la ausencia del merecedor, no queda nadie a quién enviárselos más que a ti.