Y de esa pendejez pública y reconocida, uno no puede escapar y se vuelve blanco de críticas arteras, de autosabotajes, de atentados de una sola víctima. Uno se vuelve su propio verdugo.
Por eso no me gusta equivocarme.
Por eso no me equivoco.
Por eso avanzo y atravieso la tormenta sin mojarme.
Por eso limpio la escena del crímen con mucho cuidado.
Por eso oculto en los cajones más escondidos de mi closet, todo aquello que no quiero que sepas pero que me hace feliz.
Por eso cada vez que puedo, hago las cosas dos veces.
Por eso me mantengo lejos de donde puedo potencialmente cagarla.
Por eso los trato con algodones.
Pero a pesar de todo. A pesar de mis esfuerzos. El error está ahí. Esperando. Acechando. Existiendo. A pesar de mi. A partir de mi.
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