El rítmico pac-pac de una torreta encendida, brillando como cristales en la noche lluviosa de mayo, un codigo morse que nunca dice nada y que a lo lejos se va perdiendo en las avenidas que nadie transita, en la ciudad que nadie visita, en el país que ha dejado de ser.
Nada parece cambiar la misma noche que se ha ido repitiendo desde hace mucho tiempo, tanto que ya no se recuerda. Tanto, que ya no importa.
De pronto, la novedad irrumpe y el tedio se va, algo que hacer, un momento nuevo, una variación de la tierra en la escala de Richter de nuestra noche, algo tan pequeño como una luz delantera averiada en un viejo Topaz 94.
El oficial Manrique sube a su patrulla y sigue al coche, el coche no se percata aún o le importa poco, el oficial acelera y enciende la torreta, por el altavoz le pide al conductor que se detenga en un costado de la carretera. El Topaz 94 se detiene, la patrulla también. El agua cae del cielo en una minuscula lluvia que no termina de empaparlo todo al cien.
El oficial desciende de su patrulla, hoy no tuvo compañero, Torres se reportó enfermo y a Manrique no pareció importarle, de todas formas Torres no sirve de nada.
Avanza lentamente y saca de una de las bolsas del impermeble una pequeña linterna, la libreta de infracciones y una pluma. El Topaz 94 sigue encendido. 4 pasajeros en él.
El oficial se acerca a la puerta del conductor, el vaho del interior impide verlo bien, el tipo baja manualmente el vidrio, el chirriar de la vieja manija es desesperante y la acción dura más, mucho más de lo que debería de durar, una eternidad, el sonido de un trailer que baja su velocidad lo interrumpe todo.
Manrique enciende la linterna e ilumina al conductor, no puede evitar sonreír un poco ald arse cuenta de que quien conduce es un payaso, maquillaje blanco por toda la cara, una sonrisa permanente de color azul y una peluca multicolor, ropa brillante, olor de colores y cerveza.
El oficial intenta hacer un comentario que rompa el hielo, algo como "que ustedes no viajan en coches mucho más pequeños?" el payaso no ríe, el copiloto, una botarga cabeza de rana y cuerpo con ropa de bombero descansa la borrachera contra el vidrio de su asiento.
El oficial no insiste en ser gracioso, le pide al payaso su licencia y los papeles del coche, en el asiento de atrás la botarga de una ardilla duerme, un segundo payaso intenta encender un cigarro, el encendedor anaranjado se le resbala de sus manos llenas de pintura.
Payaso conductor revuelve la guantera, payaso del asiento trasero bebe de un trago largo todo el contenido de una lata de cerveza, el oficial Manrique aguarda, buscando en su mente la forma en la cual va a contar la historia cuando llegue a la estación. "Detuve un carro lleno de payasos, venían hasta su madre" "Un payaso vomitó de colores" "Estuvieron tan chistosos que los dejé ir".
Payaso del asiento trasero baja del coche, sus grandes zapatos-al caer en un minusculo charco- salpican las botas del oficial Manrique. Perdón, le pide el payaso...Perdoneme amiguito-corrige metiendose en su personaje. Manrique sonríe y busca en sus bolsillos un encendedor.
Enciende el cigarro del payaso, éste sonríe, Manrique observa como el humo del escapa de la sonrisa tatuada en el rostro del payaso quien observa pasar un auto compacto y al hacerlo, los salpica a ambos, el payaso suelta una carcajada y Manrique también. "puta vida" parecen decir y comparten una complicidad de mojados.
Payaso conductor saca el brazo por la ventana llamando a Manrique. Payaso fumador se seca el rostro ahora un poco despintado por el agua que lo acaba de mojar. Manrique se agacha sobre la ventanilla y payaso conductor le extiende su licencia, "como sé que es usted si trae la cara toda pintada", Manrique ríe de su chiste. La risa se corta cuando observa por primera y detenidamente a la botarga de rana, no es pintura lo que sale de su pecho, no hay ningún sonido, ningún ronquido en rana o ardilla.
Manrique siente el calor de un cigarrillo apagandose en su oreja, el dolor lo hace soltar un grito y la lámpara, sus manos son sujetadas con demasiada fuerza por payaso conductor. Manrique siente el filo de un cuchillo, la lluvia sigue cayendo y en su espalda tiene nuevos huecos por donde el agua se mezcla con la sangre, payaso exfumador ríe, payaso conductor le manda besos al oficial que no grita ni se mueve, su rodilla toca el suelo, la lluvia arrecia y payaso exfumador mira hacía arriba y su cara se despinta.
Payaso conductos baja del auto, va a la cajuela y saca una cabeza de conejo. Entre ambos payasos le colocan la cabeza y lo suben al auto. Encienden el coche y se reincorporan a la carretera.
Dos payasos, una rana, una ardilla y un conejo van por una autopista en un chiste que no da gracia, en una broma que no divierte.
Una patrulla con la torreta encendida en medio de la lluvia de una noche de mayo.
A lo lejos, el chiste se pierde para siempre. Avanzando con una luz averiada.