La vida a medias.
Cuando salgo de casa y no veo al señor que afila los cuchillos en la esquina, cuando al pasar por la carnicería el olor a sangre y frío no me envuelve, cuando al caminar por la escuela no percibo el tabaco y el miedo en el aire, en esos días, a veces siento que vivo a medias.
Que estoy incompleto. Que no formo parte del ecosistema agresivo para el cual fui creado. Que el ayer, el hoy y el mañana no tienen una continuidad ni una razón de. Es ahí cuando me siento solo. Un ave que sobrevuela la colina más alta, hasta que las alas se congelan y cae y se estampa contra un risco y se parte en pequeños fragmentos de carne salada.
Vivo la vida a medias porque aún sueño contigo, en tus tenis morados, en el compás que dibujaban tus piernas abiertas en mi cuarto oscuro. En la sensación de tus manos sobre mis ojos. Vivo a medias y despierto presa de un ataque de tos en las mañanas. Dejé el cigarro pero no la idea y el recuerdo.
Espero que el día se me complete, que algo rompa la monotonía y me dibuje una ligera sonrisa. Que me tope hoy de frente a mi destino.
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