martes, 1 de diciembre de 2009

las mandarinas

Dulce como el jugo que resbala por sus mejillas al morder la mandarina ya pelada. Así de dulce es lo que me dice cuando nos sentamos en el porche a ver como los fierros del coche viejo del vecino, se oxidan todos los días.

La escucho y sonrío y en ese momento, una vaca entra a cuadro caminando lentamente y de su piel azul, vibraciones del sonido de sus pasos mueven el pasto mal cortado en el cual descansan nuestros pies.

Todos los campos verdes del mundo caben en sus ojos y de ellos soy partícipe, soy rutinaria presencia en esa puesta en escena que es La Vida de Ambos. Es ella quien me llena las sonrisas y la paz de sus dientes blancos, me catapulta en sueños de té de tila.

Caminar de su mano. Sostenerla y mirarla mientras me catafixia sus ojos por los míos. Esos son los días en los cuales, reconozco que hay alguien arriba. Alguien inteligente al hacerla, un tonto al darmela. Los días en los cuales ella vuelve con su esposo, esos días de realidad difícil, de tequila reposado, de caminos de guanajuato, ese día los maldigo a ambos.

Me robaron. Eso dije al darme cuenta de que había llegado demasiado tarde. Otra vez.


1 comentario:

Sahib Anubis dijo...

muchas veces cuando en la clandestinidad he probado los labios mas dulces, me hago la pregunta, me robaron o soy yo el que profana la tumba real de un rey momificado? Ladron que roba a ladron tiene mil manos tocando sin ton ni son.... he robado.