lunes, 14 de diciembre de 2009

sugar town

Llegaba  a la oficina aún con la voz de ella cantando "Sugar Town" girando en su cabeza. Tenía ganas de inhalar los sobres de Splenda como si fuera coca y endulzarse la nariz por dentro. No lo hizo. Le daba un poco de miedo lo que la fenilalanina podía provocarle.

Se sirvió un café y se dispuso a trabajar, revisar papeles y sellarlos, firmar algunos, señalar con un marcatextos los errores, ver por la ventana el mundo. Otro día más tirado. Otro día en donde los sueños se le iban como piedras cayendo por un acantilado.

Tenía que hacer una llamada pero no recordaba el número, marcó una vez, no era, dos veces, ocupado, tres veces, colgó.

Tomó el marcatextos y dibujo sobre la ventana de su cubiculo un sol. Cuando regresó al día siguiente el sol había crecido y su color cambiado. Dos días después era una bola de fuego incandescente, flotando en su cubiculo. No podía dejar de mirarlo, sus retinas se quemaron y lo último que alcanzó a ver fue un post it con el teléfono que no había encontrado antes. Típico. 

Amargo. Sin azúcar en la nariz. Sin "Sugar Town" en su cabeza. Sin sueños. Sin Sol.


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